En el centro, un gran hall circular.
El alma de la casa. Lugar de paso, encuentro y corridas. Chimenea y pisos de ajedrez, juego para entendidos, amantes de la estrategia y la espera. Lo rodean dos habitaciones amplias, con ventanales desde donde charlaremos con los vecinos, cuando salgan a regar sus canteros. Charlas abstraídas del tiempo, sin ruidos de autos, solo interrumpidas por el paso del tren. Dicen que al vivir cerca de las vías, el oído se acostumbra a su chillido y rápidamente deja de escucharlo. Filtra.